jueves, 22 de octubre de 2009

Cuestión de estatus

Se discuten en estos días los Presupuestos Generales del Estado y se ha abierto un breve, y efímero, debate que ha desviado la atención de los medios hacia una cuestión que, en sí misma, no debería tener mayor importancia.

O quizás si.

leones del congreso

La época que rodea a la aprobación o rechazo de los dineros que el Estado empleará en el año siguiente es de intensa negociación. El debate entre los líderes políticos de las distintas formaciones no es más que la escenificación de los acuerdos o desacuerdos. Pero, en lo que se refiere al debate, negociar, se negocia poco. Y se dialoga aún menos.

Pero éste es uno de los momentos del año de mayor resonancia para los medios y la opinión pública. Y todo detalle es importante.

La anécdota a la que me refiero tiene que ver con quienes defienden las propuestas de los principales partidos. Por un lado, el Gobierno es representado por Elena Salgado, Ministra de Economía y Hacienda, y, por otro, Mariano Rajoy, representa al principal partido de la oposición.

Aunque tradicionalmente los Presupuestos son presentados por el titular del Ministerio, este año parece que este dato ha causado alguna polémica. En lo poco que he visto del debate por televisión, el representante del Partido Popular dirigía directamente al jefe del Gobierno sus argumentos, “ninguneando”, según lo leído en algunos medios, a su contraparte. En alguna ocasión, además eximía de toda culpa el señor Rajoy a la señora Ministra, responsabilizando de lo desacertado de la propuesta de Presupuestos al máximo representante del Gobierno.

Los medios de comunicación, una vez recogidas las declaraciones posteriores de los protagonistas, han enfocado el tema por su variante de género, es decir “el chico no quiere ser agresivo con una chica”, pero a mi me apetece ver el episodio y elucubrar desde el punto de vista de lo que Shapiro y Fischer se refieren su libro Beyond Reason como “core concerns”, algo así como preocupaciones clave, o como prefiero decir al hablar de ellas “claves emocionales”.

Los autores, baluartes de la Escuela de Harvard, nos hablan en su texto de las claves que en una negociación pueden desencadenar emociones, positivas o negativas, y, a partir de ellas, reacciones poco o muy cooperativas por parte de los afectados.

En relación al tema que nos ocupa podemos identificar fácilmente dos de estas claves.

Por un lado, los autores aseguran que la negociación avanzará de forma más positiva siempre y cuando haya un reconocimiento mutuo del estatus de las partes. En otras palabras, quienes se sienten en la mesa, o en el estrado, deberían ser vistos por la otra parte como personas del mismo nivel de representatividad. Diferencias en la percepción del estatus generará emociones negativas y, por consiguiente, conductas poco cooperativas.

En el caso que nos ocupa, seguramente Rajoy no reconoce a Salgado como de su mismo nivel por lo que opta por dirigirse directamente a quien considera que pertenece a su mismo nivel de estatus.
Otra opción, ante esta diferencia de estatus, que podría haber elegido el jefe de la oposición es nombrar a alguien de su confianza, pero de un nivel inferior, para argumentar sus críticas a los Presupuestos.

La cuestión del estatus no es asunto baladí en entornos donde los gestos son de suma importancia. Hablemos, por ejemplo, de la diplomacia que es muy proclive a jugar con mensajes subyacentes y donde enviar en delegación a funcionarios de bajo nivel para manifestar una protesta ante otro Estado es algo habitual.

Por otro lado, en toda negociación debería existir un reconocimiento a la autonomía del otro, a su capacidad para decidir. La falta de este reconocimiento, como puede ser eximir de toda responsabilidad sobre lo que se negocia a la otra parte, supone un torrente de emociones negativas y un descalabro para la negociación. Un ejemplo habitual que encontramos en muchas negociaciones se refiere a mostrar falta de cooperación cuando entendemos que la otra parte no está respetando nuestra capacidad, ya sea mucha o poca, a tomar decisiones o expresar opiniones.

martes, 20 de octubre de 2009

Curso Negociación Estratégica

La Escuela de Negociación (ENE) ha programado los próximos 27 y 28 de octubre de 2009 una nueva edición del curso "Negociación Estratégica", que será una buena oportunidad para poner en forma las habilidades de negociación y conocer las principales claves para aprender a resolver conflictos en equipos de trabajo, negociar en situaciones complicadas o mejorar las habilidades persuasivas.

negociacion estrategica

ENE propone dos sesiones de formación, totalmente prácticas, en negociación trabajando diferentes situaciones complejas que demandarán el máximo de cada participante.



Negociación Estratégica (16 horas). 27 y 28 de octubre de 2009. Madrid.
El Modelo de Negociación por Principios.

Trabajaremos en profundidad el Modelo de Negociación de la Escuela de Harvard, analizando los perfiles como negociadores de los asistentes y realizando una variedad de casos prácticos de negociación, que nos servirá para fijar las ideas. El Modelo de Harvard, el más extendido y probado de todo el mundo se basa en los siete elementos que están presentes en cualquier negociación, ya sea ésta profesional o personal y es aplicable a cualquier contexto donde la negociación sea necesaria.

AGENDA DE CONTENIDOS
El negociador excelente
El Proceso y los Principios que rigen la Negociación
La Negociación distributiva
De la reclamación de valor al establecimiento de la zona de posible acuerdo
La Negociación integradora
La creación de valor en la negociación teniendo en cuenta los elementos presentes en la negociación y los estilos negociadores de las partes
Las negociaciones complejas
El análisis del mapa de la negociación en situaciones complejas
Más allá de la razón
Las claves emocionales en la negociación
Situaciones difíciles en el equipo de trabajo
Negociando con percepciones, emociones e identidades

Aprendizaje basado en la experiencia. Mediante dinámicas de role-play, juegos y otras técnicas los participantes aprenderán desde la experiencia.
Contenidos prácticos, centrando el contenido en el aprendizaje de ideas clave de aplicación inmediata.
Clima distendido y ameno. Fomento constante de la participación y la reflexión con el uso de herramientas pedagógicas relacionadas con la materia.

NEGOCIACIÓN ESTRATÉGICA.
Fecha: 27 y 28 de octubre de 2009.
Horario: 9:00h a 18:30h
Lugar de celebración: Fundación Pons. Serrano, 138. Madrid.
Plazas limitadas. El coste del Programa puede ser subvencionado a través de la Fundación Tripartita con cargo al crédito de formación del que disponga su empresa.
Solicite más información en el teléfono 902 15 35 15 (Patricia Carmona) o visite ENE Escuela de Negociación

ENE Escuela de Negociación

lunes, 19 de octubre de 2009

Un golpe de suerte

Coincidiendo con que acabamos de enviar el especial monográfico, en forma de newsletter, de negociacción dedicado a la suerte aprovecho para rememorar uno de los episodios en mi corta vida como directivo donde el azar tuvo una presencia singular.

Nos encontrábamos citados por los gerentes de uno de nuestros principales clientes para tratar un problema que había surgido en las últimas horas. Un problema que requería una solución de urgencia.

la ruleta de la negociacion

Llegados a las elegantes oficinas del mencionado cliente, una empresa punto com de las que aparecieron a cientos a finales de los años 90, nos hacen pasar a una sala de reuniones donde, a los pocos minutos, aparecen los dos gerentes de la empresa acompañados de dos personajes trajeados que se hacen llamar abogados y que representan a la firma en cuestión.
Sin mayor preámbulo ni introducción nos amenazan con una querella en toda regla por haber cometido una infracción muy grave dentro de nuestra relación comercial y que afecta muy negativamente a sus intereses. El motivo es lo de menos pero las consecuencias de la querella bien podrían suponer el cierre de nuestra pequeña empresa.

La intención de la reunión, según nos dimos cuenta más tarde, era que admitiéramos nuestro error, falta o traición, y que lo hiciéramos de forma que no cupiera duda. Según sospechamos los acompañantes legales llevaban una grabadora para dar fe de todo lo que se decía en aquella sala.

Como pudimos, escapamos de allí, alegando evasivas, solicitando tiempo para aclarar el asunto, y, por fortuna, sin admitir gran cosa del caso.

A los pocos días, recibimos una nueva llamada de nuestro cliente.

Nos temíamos lo peor. Ya contábamos con que la otra parte diera el paso de demandarnos ante el juzgado y dar comienzo a una batalla legal, dejando la credibilidad de nuestro negocio por los suelos.

Con lo que no contábamos era con que la suerte, a veces, juega un papel del todo inesperado.

En esa llamada, el gerente de la empresa cliente nos comunicaba que habían iniciado un proceso de suspensión de pagos, lo que hoy se llama concurso de acreedores, por lo que habían decidido abandonar todo pleito y discusión y centrarse en salir de aquel atolladero.

Fue un golpe de suerte, si, pero también una llamada de atención acerca de lo mal preparados que íbamos a aquella negociación. Tan mal íbamos que ni siquiera éramos conscientes de que estábamos en una negociación con lo que difícilmente íbamos a salir bien parados de la situación.

Antes de empezar a negociar o cuando intuyamos que necesitaremos negociar en algún momento, no está de más hacernos algunas preguntas para preparar el encuentro con un mínimo de anticipación. Por ejemplo:

  • ¿En qué situación nos encontramos? ¿Será una negociación que se repita en el futuro? ¿Cuál es la relación con la otra parte y cómo queremos que se mantenga? ¿Nos podemos permitir que la relación se deteriore?
  • ¿De lo que se negocia, cómo es de importante para las partes? ¿Qué queremos conseguir? ¿Qué necesitamos conseguir? ¿Podemos apoyar nuestros argumentos en un criterio razonable? ¿Conocemos o intuimos los argumentos de la otra parte? ¿Podemos establecer una agenda de temas en discusión? ¿Podemos ponderar la importancia de cada uno?
  • ¿Dónde negociaremos? ¿Quién negociará? ¿Representamos a alguien o la otra parte es representada? ¿Podemos diferenciar intereses de representantes y representados? ¿Hay terceros involucrados?
  • ¿Qué pasaría si una de las partes no quiere negociar? ¿Qué perdemos? ¿Qué alternativas nos quedan? ¿Y a la otra parte?

No son todas las preguntas que nos podemos hacer pero si son imprescindibles para no confiar en el azar a la hora de preparar nuestras negociaciones.

martes, 13 de octubre de 2009

No sos vos, soy yo

Hace pocos años tuvimos la ocasión de disfrutar de la película hispano-argentina “No sos vos, soy yo”, con un argumento plagado de conflictos internos y externos, rupturas de pareja de por medio y la pregunta eterna del “¿qué quiero hacer con mi vida?” en boca de los protagonistas.

no sos vos

La película toma como título la tradicional fórmula utilizada para romper por parejas de medio mundo (el otro medio mundo utiliza la fórmula inversa en forma de “no soy yo, eres tú”, con resultados mucho más catastróficos) y nos sirve como un buen punto de partida para profundizar en las negociaciones más íntimas.



Maestros de la consabida frase hay muchos, verdaderos expertos, pero seguramente el más conocido sea quien se autodenomina su inventor, George Constanza, popular neoyorquino integrante de una cuadrilla de urbanitas sin remedio, con su “It’s not you it´s me”

Hay muchas formar de romper, de acabar con una relación. Me da la impresión de que la forma de terminar una relación desenmascara el modo de afrontar un conflicto. Las parejas se rompen constantemente, para gran suerte de abogados de familia, y lo pueden hacer de forma amistosa o con violencia. En otros casos, las partes se acomodan a la situación, se llegan a acuerdos de mínimos, no se afrontan los problemas o se hacen públicos y se llevan hasta los tribunales. Sin duda, la forma que tenemos de romper contratos, legalizados o no, dice mucho de nuestra manera de manejar los conflictos.

Y la mayor parte de las veces, los conflictos aparecen, o como mínimo se acentúan, apuntando como máxima culpable a la manera en que nos decimos las cosas. Lo que lleva al deterioro de la relación, casi siempre, es la comunicación.

Y todo esto viene al caso por un estudio realizado por un equipo de psicólogos de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, y citado en el número de junio del Newsletter del programa de Negociación de Harvard, que ha analizado en un trabajo de campo a una muestra de parejas y su forma de comunicarse. Más concretamente, el estudio trata de analizar cómo se consiguen cambios de actitud ante un problema cotidiano y hogareño.

El estudio ha detectado cuatro tipos de comunicación, cruzando dos variables: lo directo de la comunicación y el tono del mensaje. Un ejemplo de cada una de las variedades sería:

Razonamiento racional (comunicación directa + tono positivo): “Me gustaría que me ayudaras a hacer las tareas de la casa. De esta manera, terminaríamos antes y podríamos dedicarnos a cosas más productivas”
Coerción (comunicación directa + tono negativo): “¿Por qué tengo que ser yo quien siempre haga la limpieza? A mi también me gustaría quedarme todo el día en el sofá, así que muévete ahora”
Persuasión suave (comunicación indirecta + tono positivo): “Me encanta cuando hacemos las tareas de la casa juntos y luego podemos disfrutar de más tiempo para nosotros”
Manipulación (comunicación indirecta + tono negativo): “Estoy agotad@. Es un martirio tener que hacer yo sol@ todas las tareas de la casa”

Según el estudio, inicialmente las personas que se enfrentan a los problemas cotidianos mediante una comunicación indirecta y con un tono positivo son más proclives a lograr un cambio de actitud en su media naranja, aunque, siguiendo al mencionado estudio, a la larga la comunicación más directa logra mejores resultados, sin influir demasiado el tono de la conversación.

Llevando el resultado ya al terreno de la negociación en general, se me ocurre que, a medida que avanza la relación con la otra parte, podemos permitirnos ser más directos en nuestras demandas, pero también me parece que el tono sí influye. Un tono positivo siempre hará más fácil la creación del clima cooperativo necesario para la resolución conjunta del problema.

Eso creo yo pero si no están de acuerdo, por favor, por lo menos, digánmelo de forma cariñosa.